Algunos
os preguntareis... ¿Qué es eso del “efecto avalancha” que tanto se comenta
entre los administradores?
Pues
bien, es muy sencillo. Pongamos una comunidad X que tiene un moroso
intermitente y no se le da el debido seguimiento y presión. Seguramente este
moroso se convertirá en un moroso fijo. Si tampoco en este caso se toman las
medidas oportunas, es probable que aparezcan otros morosos intermitentes, y
también probable que éstos se hagan fijos.
La
morosidad es algo así como aquella canción que nos cantaban de niño “un
elefante se balanceaba sobre la tela de una araña, dos elefantes…, tres
elefantes…” si nadie corta la tela de araña, acabara columpiándose medio
vecindario con los gastos de la comunidad.
Independientemente
de la legislación vigente que nos indica que las deudas de un vecino con la
comunidad dejan de ser preferentes si son anteriores al ejercicio en curso y el
anterior. ( en estos momentos un impago de 2010 dejaría de ser preferente ante
una hipoteca) El “efecto avalancha” es
muy humano, son tiempos en los que se pasan apuros y se tiene que renunciar a
muchos caprichos y en estos casos, la tentación de no pagar, asoma
frecuentemente.
Por
eso es importante valorar la cantidad, la actitud y los hechos.
Si
la cantidad no es importante, el vecino
tiene buena actitud, propone soluciones, no elude las llamadas de teléfono, da
plazos y los convierte en hechos y en ingresos: Estamos ante una persona que
esta pasando un bache en la vida, en la mayoría de los casos la comunidad lo
comprende y da unos meses de tiempo para ponerse al día.
Por
contra: Si el vecino no responde al teléfono y cuando responde se muestra enfadado,
desafiante o “pasota”; hace tiempo que
no ingresa; no propone plazos ni soluciones: Estamos ante un auténtico moroso, quizás ante
un profesional de la morosidad. La comunidad
debería, en estos casos, tomar acciones
urgentes y contundentes guiada por un administrador que domine el proceso de
cobro/embargo.
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